Ayer, después de aproximadamente 5 meses, la generalitat me comunico que sintiéndolo mucho, me denegaban la ayuda por falta de fondos. Y yo que siempre tiendo a pensar bien, me dije… “No pasa nada, no es culpa de nadie”. Pero luego, al rato pensé mejor… No mal, solo mejor. Y empecé a hacerme preguntas tipo…
¿Era necesario en plena pandemia reformar la plaza de ayuntamiento?
¿Era necesario gastarse un dineral en los ” famosos” maceteros, que al marjen de parecerme horribles, no acabo de encontrar su función ?
¿Era de verdad preciso poner en Valencia una plaza donde el suelo se enfría, como si viviéramos en pleno desierto?
¿Y era tan importante poner fuentes de agua por la ciudad, para que los turistas rellenen sus botellas, como si comprar una botella de agua en uno de nuestros mermados comercios, fuera un imposible? A lo mejor es que el turista no puede gastarse 1 euro en una botella de agua, pero el autónomo que tiene la tienda puede sostener todos sus gastos…
Pues algo de dinero si había. Pero han decidido, en plena pandemia, que valencia no era ya bonita. Que había que cambiarla.
Valencia, era una de las ciudades más bonitas que yo he conocido, y he conocido muchas.
Pero ahora, mi ciudad, me parece más triste. Muchas persianas cerradas, muchos comercios perdidos, ilusiones truncadas, familias enteras desesperadas.
Valencia era bonita sin tener que pintar su suelo de rojo.
Soy autónoma y el dinero de ese suelo frío me duele al pensar que podría haberme ayudado a mi o a otros autónomos como yo.
Hace 5 meses que tengo mi negocio cerrado y no se si algún día lo podré volver a abrir. Y se me revuelve el estómago con el agua de esas fuentes, que sin ser necesarias, me recuerdan un dinero que no existe para el autónomo que como yo, lleva 20 años cotizando.
Valencia ya era bonita, la más bonita, pero a mi cada persiana cerrada, me hace pensar que nunca será como era antes.